En Penumbras... de Magda Robles
En penumbras es donde los sueños cobran vida, junto al crepitar del fuego y el danzar de las llamas...
"Balada del Loco Amor", de Jose Angel Buesa
Hay poetas que parecen existir solo para llenar ciertos momentos. Mi relación de odio-amor con Jose Angel Buesa surgió de forma espontánea. Posiblemente, como cualquier historia de amor/odio en esta vida. Cubano de origen, y poeta de nacimiento, ya que empezó a escribir a la precoz edad de siete años, es una constante piedra en mi camino. Me busca cuando no lo quiero, y me quedo con él cuando no me llama. Su obra es extensa, y su tono sencillo: es experto en meter el dedo en la llaga del sentimiento. Quede hoy, como homenaje, la "Balada del Loco Amor", aunque no sea su poema más peligroso...
I
No, nada llega tarde, porque todas las cosas
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.
No, Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío
saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.
II
Amor, el niño loco de la loca sonrisa,
viene con pasos lentos igual que viene a prisa;
pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco
lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.
Así ocurre que un niño travieso se divierte,
y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.
Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,
porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.
Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde
Y ni siquiera entonces el amor llega tarde.
III
No, yo no diré nunca qué noche de verano
me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.
No diré que esa noche que sólo a ti te digo
se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.
No, no diré esas cosas, y, todavía menos,
la delicia culpable de contemplar tus senos.
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
que era como la llave de una puerta cerrada.
Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,
y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.
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Un descubrimiento para mí. Me gusta la gente que me busca sin que la llame, que me encuentra cuando ni yo mismo sé por dónde divago.
ResponderEliminarLo dicho, querida Magda, muchas gracias por esto y por otras cosas.
Besos.
Sobran las gracias...
ResponderEliminarDebo reconocer que Buesa es persistente, con la de veces que me enfadé con él, y siempre vuelve. En alguna vida pasada debió ser boomerang, me gustará saber qué es en la siguiente.