En piel del ángel caído,
Magda Robles,
Magda Robles,
Entorno Gráfico Ediciones,
Colección El torno Gráfico,
Granada, 2016
ÉTICA Y POÉTICA DEL AMOR
¿Qué será para el poeta el ethos recurrente que pone orden en su
vida, sino el ordo amoris[1]?
Si el principio creativo (poeisis[2])
rige el ser de su conciencia vital (que es mucho más que literaria, si en
verdad es poeta y por lo tanto creador) y conduce consciente e
inconscientemente su tránsito existencial hacia la razón de ser -y de
subsistencia de vida-, aquel orden que anunciamos presidido por el amor, será
la ética que ordena el sentir potente pero desdeñado, rechazado, arrojado, como
de ángel caído desde el reino del amor supremo que una vez tuvo de la mano de
Dios mismo, y que en virtud de su venida –caída- a la tierra mortal del dolor,
ha de convertirse en el deber ser de la entrega incondicional, en la razón de
amor, en fin, que dé sentido al fuego creador del poeta. He aquí, muy
sintéticamente, el ser y el deber ser
que reviste e inviste los versos de En piel
de este ángel caído[3],
de la poeta granadina Magda Robles León, en este su segundo libro de poemas
publicado en Entorno Gráfico Ediciones, en su bella colección El torno gráfico.
Si
la voz de la poeta es semilla [4]
que ha de morir[5]
–entregarse incondicionalmente- para generar vida, es pues, el amor, ante la
caída al mundo de lo mortal, lo que ha de salvar al ángel creador –poético-, en
virtud de sus frutos, pues dará fuerza moral al acto creador para ser
plenamente compartido. Si te despojas del verbo (sagrado que nombra lo
inefable) será posible encarnar el objeto amoroso aun sin la voz e incluso
misma de la poeta,[6] se habrá
conseguido el amor que dura, desprendido de la carnal y efímera resistencia del
deseo, más allá de la muerte, y es que para Magda Robles el acto de entrega verdadero es
la conjunción del acto divino y el humano en el único punto de coincidencia de
valores, cual es el amor genuino.
En piel del ángel caído, sí, es un libro
de amor, donde el tópico –siempre prodigioso- ha nutrido la tradición más
excelsa de la poesía universal en no pocas páginas memorables y que sigue
propiciándose ricamente en la literatura de nuestra modernidad, no obstante, no
verán en estas páginas desfilar el fastidioso, sentimental y acaramelado
torrente de romanticismo trasnochado que empalaga con su lamentable llanto el
amor como fuente de tortura lacrimógena hasta el hartazgo, muy al contrario, el
amor como paradójica y sobria potencia de pasión hacia la verdad y la belleza
en la que se pierde la poesía al contactar con el objeto amoroso y mediante la
que reconoce el impulso generador de cualquier aspiración en el mundo, si es
verdaderamente creativa: el amor. Amor que, si es genuino, se diluye en la
verdad y la belleza del ejercicio poético, que es además, la manifestación del puro predominio de la
poesía. Así las cosas, el amor y poesía –casi juanramonianos- se vierten en
estos versos con la pasión del que intuye que la plenitud del alma radica en la
comunión del ser y el deber ser que el amor verdadero implica en las vidas del
espíritu, no obstante, sensorial sensible y sensitivo del poeta verdadero, y
que Magda Robles nos muestra con un comprometido ejercicio de amor y poesía en
estos versos de En piel del ángel caído.
Muy
bien pudiera ser el amor en estos poemas el orden justo y también objetivo que
Max Scheler[7] aspiraba
en su ideal tan sabia y cristalinamente. Estos versos muestran el
reconocimiento de la poeta de la realidad del ser mostrada por el amor, el cual
que permite ver en el amado y la luz poética que lo descubre nada menos
que a otro yo mismo. El alma enamorada
dícese que canta la perfección de la forma[8]
más allá del goce estético pero que vuelve a él en tanto que la pasión acaba
por atenuarse.
Veremos
cómo el amor también adquiere en esos versos el sentido pascaliano mediante el
que entrega el corazón, en realidad lo hace a las cualidades de la persona
amada, si es que siempre el otro será terra
incognita a la cual se ama precisamente por esa cualidad de diferencia[9].
Si el amor es De carne y tiempo,[10]
lo será a tenor de que la conciencia amorosa y aquel ethos –ética- que anunciaba al principio se ofrecen en una secreta
afinidad, manifiesta en esta visión sumaria de excepción que es, En la piel del ángel caído, y donde el
Eros es ya moral inextinguible, y aunque
hacer el amor es languidecer ante la
realidad del imposible dominio del otro, y es que esa separación es inevitable,
no hace sino confirmar la relación amorosa verdadera.
Si
para el poeta hay una clara lógica poética que rige los designios de su arte,
para el enamorado es también imprescindible el reconocimiento de su razón de
amor que, acaso, no dicta mucho de aquella que alimenta a la del poeta. Pero la
realidad es que son muy pocos los que penetran en el significado del amor (y de
la poesía), pues bien, aquí encontrarán sendos y hermosos argumentos con los
que poder disfrutar e indagar en sus profundos y deleitosos misterios, sobre
todo ante la degradación y empobrecimiento de dicha significación que hoy acaba
orientándose hacia la materialidad que expone con evidencia la decadencia
interior del ser humano de la modernidad.
Más
allá de lo físico y sentimental (lejos de la pandemia regresiva de lo sexual), En piel del ángel caído, de Magda Robles
León, se ofrece como una respuesta al prejuicio material evolucionista en sus
contenidos poético amorosos, en el que el amor mismo se sitúa lejos tanto de la
moral sentimentaloide, como de la herencia material evolucionista que muestra
el sórdido mundo de lo sexual como un fin en sí mismo, anclado en la
ancestralidad primitivista, sino como la caída y la regresión de un impulso que
no pertenece a la esfera biológica[11]
tanto como al impulso creador, capaz de colocar el poder del fuego creativo a
disposición del alma sensible e inteligente y capaz de trabajarlo, y es que
solo la pasión que incide en el amor es el
único que en el ser humano propicia la unidad fulgurante del ser en la belleza que es la poesía.
Francisco Acuyo
[1] El orden
que propicia el amor en el más pleno sentido agustiniano y que ocupa lo más
alto de la jerarquía de los valores.
[2] Poeisis,
como potencia creativa originaria y que deriva del ser en plena conciencia, que
diría Platón: causa que convierte cualquier
cosa que consideremos de no-ser a ser.
[3] En penumbras se hizo verbo, Jizo
ediciones, Premio Cervantes de poesía de
la ciudad de Armilla, Granada, 2013.
[4] Sea esta
voz semilla tuya. // Perpetua. // Esparcida
al viento.// Del poema que abre el libro, Declaración de intenciones.
[5] De cierto os digo que si el grano no cae a
tierra y muere, queda él solo, pro si muere lleva mucho fruto, Juan 12-24.
[6] Te encarnaré en vida // si te despojas en mí. // Del poema, Desnudo.
[7] Scheler,
M. : Ordo amoris, Caparrós editores,
Madrid 1996, p.21.
[8]
Finkielkraut, A.: La sabiduría del amor,
Gedisa, Barcelona, 1993, p.46.
[9] Véase a
Levinas E.: El tiempo
y el otro. Paidos Ibérica, Barcelona, 1993.
[10] Poema
así titulado, p.53
[11] Evola,
J.: Metafísica del sexo, José J. de
Olañeta, editor, Barcelona, 1997, p. 22.