Mis muertos no son
mis muertos,
pues viajan siempre
conmigo...
Aún guardan los espejos aquel último suspiro.
No sabrás
que llegué a tejer inviernos,
que trencé con palabras la llovizna.
Te he bordado jazmines cada tarde
y no sabrás
que la tierra en tu ausencia
se ha vuelto madre,
y mis manos se siguen
hundiendo en ella
buscando un rastro ajado de ti,
y tú no estás.
No verás
que te he llorado ceniza y hambre,
que he ocupado tu espacio vacío,
pero el vacío se niega a huir.
Y no creerás
que he abierto las ventanas
para que calle el ruido,
y he tirado todas las puertas
para que el mundo duerma y no verás
que he prendido en mis ojos
tus sábanas limpias
y he aireado nuestros rincones
de flores mustias
y carcoma
y no sabrás
que esta ausencia se ha colado en las rendijas,
y ya no queda voluntad.
A fin de cuentas es el tiempo
el que decide
lo profundo de la herida.
By Marlena Wels
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