“Agua negra. Animal
de olvido”.
Pizarnik
Esta tierra
que habita en mi me arrastra
como a los
cisnes de medianoche.
Una vez hubo
una niña de mejillas
blancas con
voz dormida
que arañaba
las paredes.
Esta tierra
que me arrastra y habita en mi
es triste
como un llanto de amapolas.
Una vez hubo
una niña de labios
secos que
contaba a los difuntos
cuentos llenos de ceniza.
Esta sangre
que me vive, esta sangre
rota que vive en mí, manantial
profundo que se vierte en los ojos
de los ciegos, es un canto de violines.
Una puerta
que vislumbra
lo divino.
Al otro lado hay
luz,
y el diablo baila con mi sombra.
Marlena Wels
Un bellísimo poema con metáforas que me han atrapado, ha sido un lujo encontrar tu blog, volveré si me lo permites
ResponderEliminarUn abrazo
Sé muy bienvenida, Stella. ¡Gracias por tus palabras!
EliminarEs un lujo para mi recibirte en este rincón entre penumbras..
Esa niña me recuerda a Rebeca, de "Cien años de soledad"
ResponderEliminarUna absoluta belleza.
Un abrazo.