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En Penumbras... de Magda Robles

En penumbras es donde los sueños cobran vida, junto al crepitar del fuego y el danzar de las llamas...

Sin nombre

 A un amigo, a un Maestro.

“¿De dónde viniste

vértigo de criatura?”

José García Pérez

 

“Espero que nos veamos en Granada”, me escribiste.

Inacabada ausencia tú,

que te has quedado.

 

Sigues siendo un pálpito de luz

un orate que devasta la locura

un soñador que calma la tormenta.

Un latigazo

inextinguible

de poesía.

 

Ya no llegan tus palabras, mensajeras

del olvido. Y sin embargo

te busco yo

en cada nuevo jardín de invierno.

Nunca lo olvides…

(cuando se apague la luz

y se encienda tu sombra)

 

Eres el asombro.

Sé que hablo de un milagro si te pronuncio.

Sílaba inmarcesible que rompe todo el vacío.

 

Eres, en mí, 

cuando me oculto

en tu música profana,

en la verdad escrita de tu boca.

 

Sabes,

vertiste caracolas que arañaron la penumbra.

 

Eres llama y fuego

y luna y fronda

y vida

y tú.

 

Hacedor de ensueños.

Niño eterno con los ojos 

anegados de marisma.







3 comentarios :

  1. LA PALABRA
    Seas quien seas,
    pasa
    y acómodate en mí.
    .
    Yo soy el poeta,
    no un hacedor de versos,
    sino un torcedor de palabras
    que creo y destruyo.

    El verbo es Dios.
    La eternidad, su tiempo
    El cilo y el infierno una risa de su llanto.
    La palabra es mi aliada.
    No la pido, la exijo.
    No la busco, me encuentra.
    No la llamo, se adentra por mis huesos
    a manera de tuétano
    que salva o mortifica
    según le dé.

    A Dios le dio el milagro
    de hágase la luz.
    La luz fue la palabra
    -la palabra será ya siempre del poeta,
    también la luz-,
    después llegaron los pronombres y adjetivos,
    el hombre, la mujer y la serpiente,
    el deseo y la voz.

    Has llegado en la noche
    disfrazada de sol,
    pero sé de tu sombra.

    Eres hija del frío
    y del mal y del bien.

    No conoces pudor
    y desata tu lengua
    cuando sabes que frágil
    goza el hombre con tu coito;
    esclavo ya de ti,
    arrodilla su cuerpo
    y exclama que eres carne de mi carne.

    ¡Hágase en mí!
    el poeta solicita,
    y te regalas o vendes,
    pero siempre tú vences a la puesta
    del astrodiós que habita en el poeta.

    José García Pérez

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  2. Qué maravillas ambos poemas! Un lujo de lectura hoy...
    Beso y abrazo profundo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tus palabras en esta entrada, querida Lunaroja.... José fue un Maestro para mí, además de un gran amigo. Fue, es... un poeta inmenso.

      Un besazo!

      Eliminar

Tus palabras serán bienvenidas.

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