Es de acero este silencio.
De espuma,
sal y lumbre.
De mar
sin naufragio ni playa.
De abrazo partido
y mirada entreabierta.
De noche fría,
sin madrugada.
De espuma,
sal y lumbre.
De mar
sin naufragio ni playa.
De abrazo partido
y mirada entreabierta.
De noche fría,
sin madrugada.
Tan de tierra adentro la poeta y en su mirada, mordiendo sus silencios, por sus manos, la intensidad azul de quien habla el lenguaje del holandés errante.
ResponderEliminarBesos, Magda.
Como escapar a ciertos estigmas...
EliminarGracias, y besos.
ah..me alegra ser la primera en comentar este poema lleno de tristeza, casi como que cae la soledad en gruesas gotas.. me ha encantado!
ResponderEliminarMuchas gracias lunaroja! Debo pasar en breve a visitarte...
EliminarY sin embargo... incluso en silencio así tu corazón murmura, Magda, con la palabra esencial. Un abrazo.
ResponderEliminarIncluso el silencio sabe jugar con palabras...
EliminarGracias Rafael por tus cálidas palabras, un abrazo.
Por suerte he seguido disfrutando de tu poesía, aunque me tenían amordazada. He regresado y como siempre tan a gusto en tu rincón. Un abrazo fuerte
ResponderEliminar¡Qué alegría volver a leerte/tenerte aquí Ana!
EliminarUn besazo.
Me recordaron tus palabras a Antonio Vega, seguro que su voz se vestiría gustosa con este poema.
ResponderEliminarLa foto = genial.
Un abrazo.
Solo imaginar a tal gigante acercándose a mis letras... estremece. Hay fotos que encierran poemas en si mismas, ¿verdad?
EliminarUn abrazo Jaime.