Hoy me he soñado sin ti.
El aire quemaba
como cuchillos afilados
jugando a tatuar un cuerpo
insomne y descarnado.
El silencio era felino,
cazador sigiloso
presto a dar el zarpazo
que arrancase el latido
acompasando la espera.
La sábana se transformó en losa,
lápida asfixiante sin epitafio,
de un sentimiento enterrado en vida.
Inmaculada, dibujó un leve tañer
de campana lanzada a duelo.
Y la noche, más que amante
fue puta vencida en un lecho.
Por un puñado de estrellas
trocó la redención del alma
en pecado mortal y venéreo.
Hoy me he soñado sin ti,
y doliente ansié la sal de tus labios.
Pero un sonido redentor me arroja a la vida...
Y me diluyo
Y me diluyo
y me creo en ti,
mujer y carne,
inmensa y tuya.
inmensa y tuya.
Ligeia o la exquisita melancolía.
ResponderEliminarJugando a ser Dios-a... Ella puede.
EliminarCada deseo es el esfuerzo de una posibilidad no realizada de entrar en acción. Es esta insatisfacción, la que causa el deseo. Vivimos ajenos a nuestros sueños. Es admirable como expresas con regia poética los sentimientos más profundos.
ResponderEliminarPorque a veces los sueños se tornan pesadillas... se agradece el alba, ¿verdad?
EliminarViuda negra de la poesia,suavemente me matas con tus versos, tu tela de araña aprisiona mis sentimientos en una maraña de hilos que tejen el vestido de mi corazon..precioso poema
ResponderEliminarPablo
Tendrás que buscar antídoto...
Eliminar¡Gracias Pablo!
Que angustia...
ResponderEliminarUn beso mi reina en/de penumbras.
Siempre llega el alba,,,
Eliminar!Besos, mi niña!
Un secreto a voces: Cada día me gusta más leerte.
ResponderEliminarSos increíble, mujer de carne y versos.
Besote en el viento.
¿Jajaja a voces? Sos la leche acróbata, un besazo!
ResponderEliminar