Hay sagas donde soberanos de reinos lejanos nos narran su historia, donde héroes épicos nos dejan disfrutar e incluso a veces temblar con sus hazañas. Increíbles de leer, arrastrándonos a universos de aventura, pero tan irreales… Y hay sagas sencillas que remueven el alma, donde los personajes se desvelan de carne y hueso, donde el peligro real está en seguir sobreviviendo día a día, donde el dolor que sufren nos es cercano. Es esto es lo que encontramos en “El piano de cola”.
Magda no habla en esta pequeña novela de amores de cuentos de hadas; no hay personajes que viven felices y comen perdices. Son criaturas que ríen y las más veces lloran, que caen y deben volver a levantarse. La novela, ambientada en la España de la guerra civil, permite al lector moverse entre caciques, señoritos, obreros y labradores: se le permite ser observador imparcial de la pobreza moral de los afortunados, y la riqueza de sentimiento de los desvalidos. Sin embargo, no es esta una novela de extremos, como ya veremos.
Arranca desde casi la primera línea con un hecho emocionalmente cruento. El tono dramático marcará cada página según vayamos avanzando. Al igual que en la vida real, la gran historia de amor que se plasma en la novela crece a lo largo de los años de la mano de la duda, la esperanza y el desencanto, hasta volverse adulta. Precisamente por eso, de alguna forma es eterna.
Como ya dije, esta novela no está escrita en blanco y negro en lo que a personajes se refiere, sino que presenta toda una escala de grises. Aunque existen malos, y no tan malos, a cada personaje se le brinda la oportunidad de ser juez y acusado. Con increíble ingenio, la autora juega tanto con nosotros como con sus propios personajes: el lector tiene la sensación de encontrarse en un pequeño laberinto de espejos, observando los acontecimientos desde todos los prismas posibles, a través de los ojos de sus diversos protagonistas. Debo reconocer que me encantó este efecto, a la par sumamente útil. No existe una voz narradora, evitando así una única interpretación de la historia; ni un narrador omnisciente, que vive ajeno a todo lo que acontece, sino pequeñas historias personales, cada una con voz propia, que conforman un todo. Será Pepín quien preste su voz a la historia de Pepín. Será Felisa su propia voz narradora. Y así, a través de sucesivos recuerdos de la mano de cada uno de los personajes, viviremos una única historia desde todas sus posibles perspectivas hasta completar el todo del relato. Algo que podría crear gran confusión, es el efecto maestro en manos de la autora. De forma sencilla y eficaz va desgranando capítulos, reviviendo acontecimientos, dando a conocer poco a poco a unos personajes de una gran profundidad humana.
Creo que la mejor pincelada sobre esta obra la da mi querido Amando Lacueva en su conclusión. Ya que él tuvo la misma impresión que yo al leer “El piano de cola”, me permito el lujo de hacer mías sus palabras: “Es una novela para leer con calma, para disfrutarla con paciencia, frente al fuego de una chimenea en las tardes-noches otoñales, en soledad, porque crea una comunión increíble entre el lector y los personajes.”
Así es… y así será.
Magda, amiga,tocaya y desde ahora también, crítica literaria, debo agradecerte el tiempo empleado en la lectura de mi novela "EL PIANO DE COLA" y,cómo no, estas hermosas palabras que has tenido la amabilidad de escribir sobre ella y que valoro enormemente puesto que vienen de mano de una reconocida pluma como es la tuya. ¡Muchísimas gracias por todo! Un abrazo MAGDA.
ResponderEliminarGracias a ti por haberme permitido disfrutar de tu obra. ¡Es algo que pienso seguir haciendo! Un beso.
ResponderEliminar