Abismo de ternura donde gritar cómo me siento
Oscuridad nacarada que va lanzando fugaces destellos
Guía invisible que orienta mi camino
Luz incierta que ilumina mi presente
Boca sin voz que me grita tus secretos
Cálido tacto que acaricia sin tocar
Mas estremece mi cuerpo al sentir su roce...
Necesidad desesperada de amar que comienza en tu mirada.
Negrura mágica que hechiza mi mente y subleva mi cuerpo:
Ojos divinos en rostro mortal...
¡SACRILEGIO!
Nada más humano que el sacrilegio. Nuestra necesidad de crear dioses es sólo comparable a la de derrocarlos.
ResponderEliminarTu entrada de hoy me resulta enigmática, Magda. Pero tan bella y poderosa como es en ti habitual.
Me encanta la atmósfera de "poesía maldita", que evoluciona desde el deseo tierno y apasionado hasta la enajenación y la blasfemia.
Me encantan estos deslices (me refiero a la etiqueta, conste).
Besos.
Me temo que siempre volveré a esos malditos, ellos fueron mi fuente y siguen siendo mi guia...
ResponderEliminarDeslices... opté por ese nombre pues son solo tropiezos de mi mente. Enigmático, quizá, pero asi podrá ser amoldado a otro instante, adecuado a quien lo lee...
Como siempre, un placer verte en esta penumbra...