Mudar la piel...
Sentir cómo se desprende
poco a poco y suavemente,
renegada e insumisa
porque ya no percibe tu tacto.
Desvestir el cuerpo
más allá de toda ropa.
Ser crisálida abandonada
de voluntad y entendimiento,
oculta tras el embozo.
Y dejarse caer.
Porque hay días
que como pájaro indefenso
la tristeza anida en los ojos.
(... y se convierte en áspid...)
Piel deshojada, abandonada, cuando la tristeza anida, seca.
ResponderEliminarCada vez me gusta más tu poesía Magda, un beso grande
Sería una sencilla manera de aliviar la carga, ¿no crees? Un beso preciosa, gracias por seguir en penumbras.
ResponderEliminarLa soltura y la elegancia de tus versos no cesan de embelesarme. Hasta en la dureza de las palabras, articulas el encanto y la belleza. Sublime.
ResponderEliminarGracias por tus siempre alentadores comentarios Fran. Un abrazo.
EliminarPorque sí, porque los hay y como duelen...
ResponderEliminarYo hoy te beso los ojos...
¡Mil besos mi niña!
EliminarInsisto. Yo no se escribir así, ¡pero me encanta como escribes!
ResponderEliminarY no imaginas lo que me encanta que te encante... Abrazos Enrique.
EliminarPasada de versos. De pieles muertas estamos más llenos que las serpientes que glosas. Pero nos las ponemos encima las unas de las otras. Acaso así aspiranos a parar la hostia y el dolor.
ResponderEliminarDe piel sobre piel... de máscaras, de reflejos distorsionados en el espejo... a veces creo que nunca llegará el hombre a conocerse realmente.
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