Todos tenemos nuestras debilidades así que, cuando en la pasada feria del libro me topé con un título para mí desconocido hasta el momento, no tuve más remedio que llevármelo a casa. Era una pequeña novela de Washington Irving, célebre autor de “Los Cuentos de la Alhambra”. A pesar de ser ávida lectora de su obra, ignoraba que existiese otro relato ambientado en esta ciudad con tanto embrujo: “El Alquimista de Granada”. Aclaremos que el título ha sido licencia del traductor, ya que fue bautizado originalmente como “The Student of Salamanca”, pero la versión española le queda como anillo al dedo.
La historia comienza con el joven estudiante Antonio de Castros, quien haciendo honor a su condición de díscolo universitario, decía estudiar en Salamanca mientras disfrutaba de un periodo sabático conociendo la ciudad de Granada. Y es en la biblioteca de la universidad donde la extraña figura de un erudito despierta su interés, y se propone saber qué estudia de manera tan absorta dicho personaje de jubón negro. En su afán por penetrar en los misterios que rodean a este estudioso, se ve arrastrado hasta un viejo caserón algo sombrío a las afueras de Granada. Y allí, escondido entre los arbustos, vislumbra una silueta femenina a contraluz. ¿Cómo alguien tan siniestro, de quien cuentan es alquimista o nigromante, puede vivir en compañía de tan delicado ser?
“Las ruinas de la Granada nazarí sirven de decorado para una historia que se desarrolla en una España donde el tiempo parece haberse detenido en la Edad Media. Los secretos de la alquimia y la fascinante búsqueda de la piedra filosofal; las intrigas del temible libertino don Ambrosio de Loxa; el amor por la bella Inés y los lóbregos calabozos de la Inquisición son los ejes centrales de este relato.” (contraportada)
Irving nos deleita con un relato gótico en su línea clásica, que permitirá al lector disfrutar de la aventura y esquivar la tortura inquisitorial; temer por la virtud de la joven Inés, y odiar al insaciable don Ambrosio. Esta pequeña novela comparte la fascinación de Irving por Granada: anterior a sus famosos Cuentos, transcurre en los mismos escenarios de esta bella ciudad, pero ambientada en penumbras, escenarios lóbregos, anocheceres, y pesadillas. El oscurantismo que rodeaba los Actos Inquisitoriales siempre ofreció un marco perfecto para el relato de terror decimonónico. Aquel afortunado que conozca Granada, reconocerá los paseos nocturnos por la Alhambra y el Generalife, que serán retratados a la luz del día en sus leyendas, las escapadas a la Vega y, sobre todo, el escenario del impactante alegato final: la majestuosa plaza de Bibrambla. Se trata, en definitiva, de una pequeña joya para disfrutar en una buena tarde de relax, ahora que se acerca el frío, y permitir que os acerque a las ruinas de una Granada nazarí que enamoró al autor, y tiene enamorada a esta lectora.
Tomo nota Magda.
ResponderEliminarBesos amiga.
Seguro que la disfrutas. Un abrazo!
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