Loca la llaman, loca...
Por vivir atrapada en un mundo que no corresponde,
ajena a visiones y realidades que le resultan extrañas
rodeada de seres grises que se diluyen en la rutina
sin fuerza ni luz para darle calor.
Loca le gritan, loca…
Porque cuando pretende hablar no produce palabras
Y si intenta reír solo escapa un quejido
En sus pupilas no se reflejan las luces de neón
Porque un gris tormenta veló la entrada a su alma.
Loca le dicen, loca...
por cerrar su pasión y su deseo a un mundo oscuro
y vivir anclada en pasados de creación propia
dejándose guiar por los laberintos tortuosos de la razón
que la arrastran cada día más en su demencia.
Loca se cree, loca...
al sufrir el rechazo despiadado de seres sin luz propia
y recibir bofetadas de realidad que intentan suprimir un sueño:
envidiosos, el resto, no pueden saberla ajena a su tortura
e intentan arrastrarla a su misma, cruel, y lenta muerte en vida.
Y quizá lleven razón, y sea loca
por percibir el aroma de un cuerpo que no se encuentra,
al dibujar los contornos de una piel que en realidad no existe,
deslizando con ternura las palmas de sus manos por el aire
alfarera de pasiones, dando forma así a una figura inventada.
Vista ante el espejo, si está loca
pues su cuerpo se estremece al sentir una boca que no besa
y su piel se eriza al tacto de unas manos fuertes hechas de tiempo.
Cuelga su esperanza en cadencioso movimiento de esas pestañas imaginadas
Sacia con premura el hambre en la comisura de un labio hecho de sal y yedra.
Pasa las horas en vela junto a un cuerpo entretejido de humo y anhelo,
se pierde acariciando el leve rostro de un fantasma.
Se abandona noche a noche a otra alma atormentada
que acompaña cada instante su dulce y tortuoso delirio.
Se debate bajo un sueño que arrebata el alma fiel y entregada
incapaz de distinguir donde realmente se halla lo incierto
¿acaso no siente esos besos que recorren su cuerpo?
Definitivamente si, está loca
al permitirse en su locura hablar entre silencios
y ver el mundo con luz propia a través de sus ojos cerrados.
Construir barreras es motivo y causa más de este delirio
al pretender así guardar el sueño que le da su aliento
encerrando en su pequeño refugio a quien día tras día la vuelve a la vida
y la aleja del gris transitar del resto de mortales.
Si...
Me llaman loca...
Tortuosos delirios en la penumbra de los alhelíes. He sentido un escalofrío al recorrer un verso:
ResponderEliminarSacia con premura el hambre en la comisura de un labio hecho de sal y yedra.
Creo que la locura es contagiosa. Y divina.
Seguiremos contribuyendo a que se contagie, y poblaremos el mundo de locos...
ResponderEliminarQué bien sabe el poder conmover con un simple verso...
Me has encandilado Magda, este poema es sublime. No puedo más que darte la enhorabuena niña, ha sido una experiencia conmovedora leerte siempre. Ojalá pueda desarrollar la locura algún día de este modo. En el "libro de Babel, solo los locos apreciamos la locura". Sobre todo cuando esta te lleva, a ser consecuente y sacarle partido a la vida. Has estado cumbre.
ResponderEliminarLos locos se reconocen sin hablarse... tu ya formas parte de ese universo. Gracias Fran, por tanto.
EliminarQue maravilla Magda...o leía y me iba emocionando y reconociendo en ese alma loca, en permanente búsqueda de sueños.
ResponderEliminarUn beso
El reconocer como nuestros otros pasos, a veces nos ayuda a caminar... eso me ocurre a mi con tus letras. Seguiremos soñando, un beso preciosa!
Eliminar