salvajes,
las palabras olvidadas.
Más allá del instante
y la memoria.
En penumbras es donde los sueños cobran vida, junto al crepitar del fuego y el danzar de las llamas...
“Agua negra. Animal
de olvido”.
Pizarnik
Esta tierra
que habita en mi me arrastra
como a los
cisnes de medianoche.
Una vez hubo
una niña de mejillas
blancas con
voz dormida
que arañaba
las paredes.
Esta tierra
que me arrastra y habita en mi
es triste
como un llanto de amapolas.
Una vez hubo
una niña de labios
secos que
contaba a los difuntos
cuentos llenos de ceniza.
Esta sangre
que me vive, esta sangre
rota que vive en mí, manantial
profundo que se vierte en los ojos
de los ciegos, es un canto de violines.
Una puerta
que vislumbra
lo divino.
Al otro lado hay
luz,
y el diablo baila con mi sombra.
Marlena Wels
“Sin luces ni fuego,
en silencio, la ciudad calla”
José García Perez
Se va el instante
y una vez más
escapa la palabra silenciosa.
Las manos,
estas manos mías,
siguen aferrando humo.
La realidad es un espejo plagado de esquinas.
Dibujo infinitos que a nadie importan.
Hay noche fuera,
también hay noche en mí.
A lo lejos, las ventanas,
pequeñas mariposas encendidas,
dan paso a otros mortales.
¿Pero acaso la claridad no asusta?
He abierto mis cristales, una vez más,
solo para comprobar
que volvió el invierno.
Las rosas aún siguen muriendo de frío.
A un amigo, a un Maestro.
“¿De dónde viniste
vértigo de criatura?”
José García Pérez
“Espero que nos veamos en Granada”,
me escribiste.
Inacabada ausencia tú,
que te has quedado.
Sigues siendo un pálpito de luz
un orate que devasta la locura
un soñador que calma la tormenta.
Un latigazo
inextinguible
de poesía.
Ya no llegan tus palabras, mensajeras
del olvido. Y sin embargo
te busco yo
en cada nuevo jardín de invierno.
Nunca lo olvides…
(cuando se
apague la luz
y se
encienda tu sombra)
Eres el asombro.
Sé que hablo de un milagro si te
pronuncio.
Sílaba inmarcesible que rompe
todo el vacío.
Eres, en mí,
cuando me oculto
en tu música profana,
en la verdad escrita de tu boca.
Sabes,
vertiste caracolas que arañaron
la penumbra.
Eres llama y fuego
y luna y fronda
y vida
y tú.
Hacedor de ensueños.
Niño eterno con los ojos
anegados de marisma.
Vuelvo a tí, herida abierta.
Guardo silencios
mordidos
en la tíbia oscuridad
que ofrece
un libro abierto.
Tierra de nadie.
Ensoñación y huída.