Amaneceres

Hoy desperté, y sin darme cuenta había perdido otro trocito de ti. Se deslizó a mis pies, como si fuese un vestido recién desatado desde detrás de mi cuello. Noté la leve y refrescante caricia de su caída, mas fíjate que no me encontré desarropada. Mi propia piel me estaba esperando, protectora.

Casi sin querer, apenas sin darme cuenta, dejé un sendero de huellas y olvido tras de mis pasos. Pedacitos de escarcha y besos robados que atesoraba en lágrimas. Qué bello quedó, un rastro de luciernagas con luz del alba por el pasillo.

Entonces miré mis manos, y esa clara línea que marcaba tu sombra, que llevaba tu nombre, se había borrado. La sorpresa me llevó hasta el baño, a buscar ese nuevo jabón con aroma a canela, por si en él encontraba al autor de tremenda hazaña. Mas cómplice o testigo silencioso, se negó a darme respuesta.

Desayuné recuerdos, que mezclé con un puñado de esperanza, y unas gotitas de aquella sonrisa que me había arrebatado la niebla. Desaprendí tu nombre, cambié tu olor por el mío, y me quedé desnuda de tí ante la vida.